viernes, 31 de octubre de 2014

LA ORACIÓN DE LA RANA 178.

                    Érase un guru al que todos consideraban la encarnación de la Sabiduría. todos los días disertaba sobre diversos aspectos de la vida espiritual, y para todos era obvio que jamás había superado nadie la variedad, la profunidad y el atractivo de las enseñanzas de aquel hombre.

                    Sus discípulos le preguntaban una y otra vez por la fuente de donde extraía su inagotable sabiduría. Y él les decía que todo estaba escrito en un libro que ellos heredarían cuando él muriera.

                   Al día siguiente de su muerte, los discípulos encontraron el libro en el lugar exacto donde él les había dicho que lo encontrarían. Aquel libro no tenía más que una página, y en ella una sola sentencia: "Comprende la diferencia entre el continente y el contenido y habrás descubierto la fuente de la Sabiduría".
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jueves, 30 de octubre de 2014

LA ORACIÓN DE LA RANA 177.

                   Bankei, el Maestro Zen, es conocido por no haber creado escuela: ni dejó una sola obra escrita ni tuvo discípulos. Fue como un pájaro, que no deja huella de su vuelo a través del cielo.

                   Se decía de él que, cuando entraba en el bosque, no movía ni una brizna de hierba; y cuando entraba en el agua, no provocaba una sola onda.

                   Bankel no mortificó a la tierra. Ninguna hazaña o proeza, ningún logro y ninguna espiritualidad es comparable a esto: no mortificar a la tierra.

                   Un hombre se presentó ante Buda con una ofrenda de flores en las manos. Buda lo miró y dijo: "¡Suéltalo!"

                   El hombre no podía creer que se le ordenara dejar caer las flores al suelo. Pero entonces se le ocurrió que probablemente se le estaba insinuando que soltara las flores que llevaba en su mano inzquierda, porque ofrecer algo con la mano izquierda se consideraba de mala suerte y como una descortesía. De modo que soltó las flores que sostenía en su mano izquierda.

                 Pero Buda volvió a decir: "¡Suéltalo!"

                 Esta vez dejó caer todas las flores y se quedó con las manos vacías delante de Buda, que, sonriendo, repitió: "¡Suéltalo!"

                 Totalmente confuso, el hombre preguntó: "¿Qué se supone que debo soltar?"

                 "No las flores, hijo, sino al que las traía", respondió Buda.
        

sábado, 25 de octubre de 2014

LA ORACIÓN DE LA RANA 176.

                     "¿A dónde vas con esa puerta bajo el brazo?"

                     "Es la puerta de mi casa. He perdido la llave y voy a que me pongan en la puerta una cerradura nueva".

                     "Procura ahora no perder la puerta, no vaya a ser que no puedas entrar en casa".

                     "No hay cuidado: he tomado la precaución de dejar una ventana abierta".
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viernes, 24 de octubre de 2014

LA ORACIÓN DE LA RANA 175.

                   Un estudiante se acerca al conserje del laboratorio de idiomas y le dice: "¿Podría dejarme una cinta virgen, por favor?"

                   "¿Qué idioma estudia usted?", le pregunta el conserje.

                   "Francés", responde el estudiante.

                   "Lo siento, pero no tengo cintas vírgenes en francés".

                    "¿Y las tiene usted en inglés?"

                    "En inglés, sí".

                    "Está bien. Deme una".

                    Tanto sentido tiene hablar de una cinta virgen en francés o en inglés como hablar de una persona francesa o inglesa. El ser francés o inglés es tu circunstancia, no tu yo.

                    Un niño nacido de padres americanos y adoptado por padres rusos, que crece sin saber que ha sido adoptado, que se convierte en un gran patriota y en un poeta capaz de expresar el inconsciente colectivo del alma rusa y los anhelos de la Madre Rusia, ¿es ruso o es americano? Ni una cosa ni otra.

                Averigua quién/qué eres.




  

jueves, 23 de octubre de 2014

LA ORACIÓN DE LA RANA 174.

                 Un tipo con aspecto preocupado entra en la consulta del psiquiatra fumando un porro, cargado de abalorios, con los bajos de los pantalones deshilachados y con una melena hasta los hombros.

                El psiquiatra le dice: "Usted afirma no ser un hippie; pero ¿qué me dice de sus ropas, de su melena y de ese porro?"

                "Eso es lo que he venido a averiguar, doctor".

                 Conocer las cosas es tener erudición.
                 Conocer a los demás es tener sabiduría.
                 Conocer el propio yo es tener iluminación.
  

miércoles, 22 de octubre de 2014

LA ORACIÓN DE LA RANA 173.

                  Una mujer estaba agonizando. De pronto, tuvo la sensación de que era llevada al cielo y presentada ante el Tribunal.

                  "¿Quién eres?", dijo una Voz.

                  "Soy la mujer del alcalde", respondió ella.

                  "Te he preguntado quién eres, no con quién estás casada".

                  "Soy la madre de cuatro hijos".

                  "Te he preguntado quién eres, no cuántos hijos tienes".

                  "Soy una maestra de escuela".

                  "Te he preguntado quién eres, no cuál es tu profesión".

                  Y así sucesivamente. Respondiera lo que respondiera, no parecía poder dar una respuesta satisfactoria a la pregunta "¿Quién eres?".

                  "Soy una cristiana".

                  "Te he preguntado quién eres, no cuál es tu religión".

                  "Soy una persona que iba todos los días a la iglesia y ayudaba a los pobres y necesitados".

                  "Te he preguntado quién eres, no lo que hacías".

                  Evidentemente, no consiguió pasar el examen, porque fue enviada de nuevo a la tierra. Cuando se recuperó de su enfermedad, tomó la determinación de averiguar quién era. Y todo fue diferente.

                Tu obligación es ser. No ser un personaje ni ser un don nadie -porque ahí hay mucho de codicia y ambición-, ni ser esto o lo de más allá -porque eso condiciona mucho-, sino simplemente ser.
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martes, 21 de octubre de 2014

LA ORACIÓN DE LA RANA 172.

                            Un discípulo acudió a Maruf Karkhi, el Maestro musulmán, y le dijo: "He estado hablándole de ti a la gente. Los judíos dicen que eres de los suyos. Los cristianos te consideran uno de sus santos. Y los musulmanes ven en ti a una gloria del Islam".

                           Maruf replicó: "Eso es lo que dicen aquí, en Bagdad. Cuando yo vivía en Jerusalén, los judíos me tenían por cristiano; los cristianos, por musulmán; y los musulmanes por judío".

                           "Entonces, ¿qué tenemos que pensar de ti?"

                           "Pensad en mí como un hombre que dice lo siguiente acerca de sí mismo: los que no me comprenden me veneran; los que me vilipendian tampoco me comprenden".

                           Si crees ser lo que tus amigos y enemigos dicen que eres evidentemente no te conoces a ti mismo.
  

lunes, 20 de octubre de 2014

LA ORACIÓN DE LA RANA 171.

                  Un tallista en madera llamado Ching acababa de terminar un yugo de campana, y todo el que lo veía se maravillaba, porque parecía obra de espíritus. Cuando el duque de Lu lo vio, le preguntó: "¿Qué clase de genio es el tuyo que eres capaz de hacer algo así?"

                 Y el tallista respondió: "Señor, no soy más que un simple trabajador. No soy ningún genio. Pero le diré una cosa: cuando voy a hacer un yugo de campana, paso antes tres días meditando para tranquilizar mi mente. Cuando he estado meditando durante tres días, ya no pienso en recompensas ni emolumentos. Cuando he meditado durante cinco días, ya no me preocupan los elogios ni las críticas, la destreza ni la torpeza. Cuando he meditado durante siete días, de pronto me olvido de mis miembros, de mi cuerpo y hasta de mi propio yo, y pierdo la conciencia de cuento me rodea. No queda más que mi pericia. Entonces voy al bosque y examinco cada árbol, hasta que encuentro uno en el que veo en toda su perfección el yugo de campana. Luego, mis manos empiezan a trabajar. Como he dejado mi yo a un lado, la naturaleza se encuentra con la naturaleza en la obra que se realiza a través de mí. Esta es, indudablemente, la razón por la que todos dicen que el producto final es obra de espíritus.

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              Decía un violinista mundialmente famoso acerca de su genial interpretación del Concierto para Violín de Beethoven: "Tengo una espléndida música, un espléndido violín y un espléndido arco. Todo lo que tengo que hacer es reunirlos y quitarme de en medio".
  

domingo, 19 de octubre de 2014

LA ORACIÓN DE LA RANA 170.

                       Una anciana falleció y fue llevada por los ángeles ante el Tribunal. Pero, al examinar su historial, el Juez descubrió que aquella mujer no había realizado un solo acto de caridad, a excepción de cierta ocasión en que había dado una zanahoria a un mendigo famélico.

                Sin embargo, es tan grande el valor de un simple acto de amor que se decretó que la mujer fuera llevada al cielo por el poder de aquella zanahoria. Se llevó la zanahoria al tribunal y le fue entregada a la mujer. En el momento en que ella tomó en su mano la zanahoria, ésta empezó a subir como si una cuerda invisible tirara de ella, llevándose consigo a la mujer hacia el cielo.

               Entonces apareció un mendigo, el cual se agarró a lao rla del vestido de la mujer y fue elevado junto con ella; una tercera persona se agarró al pie del mendigo y también se vio transportado. Pronto se formó una larga hilera de personas que eran llevadas al cielo por aquella zanahoria. Y, por extraño que pueda parecer, la mujer no sentía el peso de todas aquellas personas que ascendían con ella; y además, como ella no dejaba de mirar al cielo, ni siquiera las veía.

             Siguieron subiendo y subiendo, hasta llegar prácticamente a las puertas del cielo. Entonces la mujer miró hacia abajo, para echar una última ojeada a la tierra, y vio toda aquella hilera de personas detrás de ella.

             Aquello la indignó y, haciendo un imperioso ademán con su mano, gritó: "¡Fuera! ¡Fuera todos de ahí! ¡Esta zanahoria es mía!"

              Pero, al hacer aquel imperioso gesto, soltó la zanahoria por un momento... y se precipitó con todos hacia abajo.

              Hay un solo motivo de todos los males de la tierra; "¡Esto me pertenece!"
     

jueves, 16 de octubre de 2014

LA ORACIÓN DE LA RANA 169.

               Había un viejo juez árabe que era famoso por su sagacidad. Un día, acudió a él un tendero quejándose de que le habían robado en la tienda, pero que no había forma de atrapar al ladrón.

              El juez ordenó que sacaran de sus goznes la puerta de la tienda, la llevaran a la plaza del mercado y le administraran cincuenta latigazos por no haber cumplido con su obligación de impedir la entrada al ladrón.

             Se reunió una gran multitud en la plaza para asistir a la ejecución de tan extraña sentencia. Una vez administrados los cincuenta latigazos, el juez se inclinó hacia la puerta y le preguntó quién era el ladrón. Luego aplicó su oído a la puerta para escuchar lo que ésta tuviera que decir.

            Cuando volvió a incorporarse, anunció: "La puerta declara que el robo ha sido cometido por un hombre que tenía una telaraña en lo alto de su turbante". Al instante, un individuo que se hallaba entre la multitud se llevó una mano al turbante. Registraron su casa y se recuperó lo que había sido robado.

              Todo lo que hace falta para descubrir al "ego" es una palabra de adulación o de crítica.
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miércoles, 15 de octubre de 2014

LA ORACIÓN DE LA RANA 168.

               Érase un científico que descubrió el arte de reproducirse a sí mismo tan perfectamente que resultaba imposible distinguir el original de la reproducción. Un día se enteró de que andaba buscándole el Angel de la Muerte, y entonces hizo doce copias de sí mismo. El ángel no sabía cómo averiguar cuál de los trece ejemplares que tenía ante sí era el científico, de modo que los dejó a todos en paz y regresó al cielo.

             Pero no por mucho tiempo, porque, como era un experto en la naturaleza humana, se le ocurrió una ingeniosa estratagema. Regresó de nuevo y dijo: "Debe ser usted un genio, señor, para haber logrado tan perfectas reproducciones de sí mismo. Sin embargo, he descubierto que su obra tiene un defecto, un único y minúsculo defecto".

           El científico pegó un salto y gritó: ¡"Imposible! ¿Donde está el defecto?"

           "Justamente aquí", respondió el angel mientras tomaba al científico de entre sus reproducciones y se lo llevaba consigo".
  

martes, 14 de octubre de 2014

LA ORACIÓN DE LA RANA 167.

                  Una mujer salió de la ducha -completamente desnuda, como es lógico- y, cuando iba a coger la toalla, vio, horrorizada, que había un hombre en un andamio limpiando la ventada y mirándola complacido.

                Le produjo tal sorpresa la inesperada aparición que se quedó totalmente paralizada, mirando asombrada a aquel sujeto.

                "¿Qué pasa, señora?, preguntó alegremente el individuo, "¿no ha visto nuna a un limpiaventanas?"
  

lunes, 13 de octubre de 2014

LA ORACIÓN DE LA RANA 166.



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Bankei, el Maestro Zen, es conocido por no haber creado escuela: ni dejó una sola obra escrita ni tuvo discípulos. Fue como un pájaro, que no deja huella de su vuelo a través del cielo.

                   Se decía de él que, cuando entraba en el bosque, no movía ni una brizna de hierba; y cuando entraba en el agua, no provocaba una sola onda.

                   Bankel no mortificó a la tierra. Ninguna hazaña o proeza, ningún logro y ninguna espiritualidad es comparable a esto: no mortificar a la tierra.

                   Un hombre se presentó ante Buda con una ofrenda de flores en las manos. Buda lo miró y dijo: "¡Suéltalo!"

                   El hombre no podía creer que se le ordenara dejar caer las flores al suelo. Pero entonces se le ocurrió que probablemente se le estaba insinuando que soltara las flores que llevaba en su mano inzquierda, porque ofrecer algo con la mano izquierda se consideraba de mala suerte y como una descortesía. De modo que soltó las flores que sostenía en su mano izquierda.

                 Pero Buda volvió a decir: "¡Suéltalo!"

                 Esta vez dejó caer todas las flores y se quedó con las manos vacías delante de Buda, que, sonriendo, repitió: "¡Suéltalo!"

                 Totalmente confuso, el hombre preguntó: "¿Qué se supone que debo soltar?"

                 "No las flores, hijo, sino al que las traía", respondió Buda.

domingo, 12 de octubre de 2014

LA ORACIÓN DE LA RANA 165.

             Una pulga decidió trasladarse con su familia a la oreja de un elefante. De modo que le dijo a éste: "Señor Elefante, mi familia y yo pensamos mudarnos a vivir a su oreja, y he pensado que debía decírselo a usted y darle una semana para que lo piense y me haga saber si tiene alguna objeción que poner".

         El elefante, que ni siquiera era consciente de la existencia de la pulga, no se dio por enterado; y la pulga, después de observar escrupulosamente el plazo establecido de una semana, dio por supuesto el consentimiento del elefante y se trasladó.

        Un mes más tarde, la señora pulga decidió que la oreja del elefante no era un lugar saludable para vivir e hizo ver a su marido la conveniencia de una nueva mudanza. El señor pulga le pidió a su mujer que aguantara al menos otro mes para no herir los sentimientos del elefante.

         Finalmente, se lo dijo con toda la diplomacia de que fue capaz: "Señor Elefante, hemos pensado cambiar de vivienda. Naturalmente, no tenemos ninguna queja de usted, porque su oreja es espaciosa y confortable. Lo único que ocurre es que mi esposa preferiría estar al lado de sus amigas, que viven en la pata del búfalo. Si tiene usted alguna objeción que hacer a nuestro traslado, hágamelo saber a lo largo de esta semana".

        El elefante no dijo ni palabra, y la pulga cambió de residencia con la conciencia tranquila.

        Si el universo no es consciente de tu existencia, ¡tranquilo!
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lunes, 6 de octubre de 2014

LA ORACIÓN DE LA RANA 164.

                        Un gallo estaba escarbando el suelo en el establo de un enorme caballo percherón.

                        Cuando el caballo empezó a impacientarse y a moverse nervioso, el gallo miró hacia arriba y le dijo: "Haríamos bien los dos en tener cuidado, hermano, no vaya a ser que uno de los dos le pegue un pisotón al otro".

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¿Qué le dijo la hormiga al elefante cuando Noé ponía en fila a todos los animales para meterlos en el arca?

                     "¡Deja de empujar!"
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domingo, 5 de octubre de 2014

LA ORACIÓN DE LA RANA 163.

                       Abrió la puerta y se encontró con un hombre de bastante edad que llevaba un trozo de tarta en sus manos. "Mi mujer cumple hoy ochenta y seis años", dijo, "y quiere que pruebes un trozo de su tarta de cumpleaños". Recibió el obsequio y le mostró su agradecimiento, sobre todo porque el hombre había caminado casi un kilómetro para entregarlo.

                       Una hora más tarde, se presentó de nuevo. "¿Qué ocurre ahora?", le preguntó.

                       "Bueno", respondió con timidez, "me envía Agatha a decirte que sólo cumple ochenta y cinco".
  

sábado, 4 de octubre de 2014

LA ORACIÓN DE LA RANA 162.

                 Una mujer estaba profundamente ofendida por la conducta de su hijo de quince años, el cual, siempre que salían juntos, caminaba unos pasos por delante de ella. ¿Qué era lo que le avergonzaba de ella? Un día se lo preguntó.

                  "¡Oh, mammi, nada de eso!", respondió él bastante turbado. "Lo que ocurre es que pareces tan joven que me fastidiaría que mis amigos pudieran pensar que tengo una nueva novia".

                  La ofensa se desvaneció como por ensalmo.
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viernes, 3 de octubre de 2014

LA ORACIÓN DE LA RANA 161.

                  Frecuentando un campo de golf japonés, un turista americano descubrió que, por lo general, los mejores "caddies" eran mujeres.

                  Un día llegó bastante tarde y tuvo que tomar como "caddie" a un jovencísimo muchacho de diez años que apenas conocía el campo, tenía muy poca idea de golf y no sabía más que tres palabras en inglés.

                  Pero aquellas tres palabras hicieron que el turista no quisiera ya otro "caddie" durante el resto de sus vacaciones. Después de cada golpe, independientemente de su resultado, el pequeño rapaz golpeaba el suelo con el pie y gritaba entusiasmado: "¡Qué fantástico golpe!"
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