Le preguntaron a un hombre de ochenta y tantos años cuál era el secreto de su longevidad.
"Bueno", respondió, "no bebo ni fumo, y nado dos kilómetros cada día".
"Pero yo tuve un tío que hacía exactamente lo mismo y murió a los setenta años..."
"¡Ah!, lo malo de su tío es que no lo hizo el tiempo suficiente".
"Bueno", respondió, "no bebo ni fumo, y nado dos kilómetros cada día".
"Pero yo tuve un tío que hacía exactamente lo mismo y murió a los setenta años..."
"¡Ah!, lo malo de su tío es que no lo hizo el tiempo suficiente".
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