Un tallista en madera llamado Ching acababa de terminar un yugo de campana, y todo el que lo veía se maravillaba, porque parecía obra de espíritus. Cuando el duque de Lu lo vio, le preguntó: "¿Qué clase de genio es el tuyo que eres capaz de hacer algo así?"
Y el tallista respondió: "Señor, no soy más que un simple trabajador. No soy ningún genio. Pero le diré una cosa: cuando voy a hacer un yugo de campana, paso antes tres días meditando para tranquilizar mi mente. Cuando he estado meditando durante tres días, ya no pienso en recompensas ni emolumentos. Cuando he meditado durante cinco días, ya no me preocupan los elogios ni las críticas, la destreza ni la torpeza. Cuando he meditado durante siete días, de pronto me olvido de mis miembros, de mi cuerpo y hasta de mi propio yo, y pierdo la conciencia de cuento me rodea. No queda más que mi pericia. Entonces voy al bosque y examinco cada árbol, hasta que encuentro uno en el que veo en toda su perfección el yugo de campana. Luego, mis manos empiezan a trabajar. Como he dejado mi yo a un lado, la naturaleza se encuentra con la naturaleza en la obra que se realiza a través de mí. Esta es, indudablemente, la razón por la que todos dicen que el producto final es obra de espíritus.
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Decía un violinista mundialmente famoso acerca de su genial interpretación del Concierto para Violín de Beethoven: "Tengo una espléndida música, un espléndido violín y un espléndido arco. Todo lo que tengo que hacer es reunirlos y quitarme de en medio".
Y el tallista respondió: "Señor, no soy más que un simple trabajador. No soy ningún genio. Pero le diré una cosa: cuando voy a hacer un yugo de campana, paso antes tres días meditando para tranquilizar mi mente. Cuando he estado meditando durante tres días, ya no pienso en recompensas ni emolumentos. Cuando he meditado durante cinco días, ya no me preocupan los elogios ni las críticas, la destreza ni la torpeza. Cuando he meditado durante siete días, de pronto me olvido de mis miembros, de mi cuerpo y hasta de mi propio yo, y pierdo la conciencia de cuento me rodea. No queda más que mi pericia. Entonces voy al bosque y examinco cada árbol, hasta que encuentro uno en el que veo en toda su perfección el yugo de campana. Luego, mis manos empiezan a trabajar. Como he dejado mi yo a un lado, la naturaleza se encuentra con la naturaleza en la obra que se realiza a través de mí. Esta es, indudablemente, la razón por la que todos dicen que el producto final es obra de espíritus.
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Decía un violinista mundialmente famoso acerca de su genial interpretación del Concierto para Violín de Beethoven: "Tengo una espléndida música, un espléndido violín y un espléndido arco. Todo lo que tengo que hacer es reunirlos y quitarme de en medio".
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