Érase un guru al que todos consideraban la encarnación de la Sabiduría. todos los días disertaba sobre diversos aspectos de la vida espiritual, y para todos era obvio que jamás había superado nadie la variedad, la profunidad y el atractivo de las enseñanzas de aquel hombre.
Sus discípulos le preguntaban una y otra vez por la fuente de donde extraía su inagotable sabiduría. Y él les decía que todo estaba escrito en un libro que ellos heredarían cuando él muriera.
Al día siguiente de su muerte, los discípulos encontraron el libro en el lugar exacto donde él les había dicho que lo encontrarían. Aquel libro no tenía más que una página, y en ella una sola sentencia: "Comprende la diferencia entre el continente y el contenido y habrás descubierto la fuente de la Sabiduría".
Sus discípulos le preguntaban una y otra vez por la fuente de donde extraía su inagotable sabiduría. Y él les decía que todo estaba escrito en un libro que ellos heredarían cuando él muriera.
Al día siguiente de su muerte, los discípulos encontraron el libro en el lugar exacto donde él les había dicho que lo encontrarían. Aquel libro no tenía más que una página, y en ella una sola sentencia: "Comprende la diferencia entre el continente y el contenido y habrás descubierto la fuente de la Sabiduría".
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