Una mujer estaba agonizando. De pronto, tuvo la sensación de que era llevada al cielo y presentada ante el Tribunal.
"¿Quién eres?", dijo una Voz.
"Soy la mujer del alcalde", respondió ella.
"Te he preguntado quién eres, no con quién estás casada".
"Soy la madre de cuatro hijos".
"Te he preguntado quién eres, no cuántos hijos tienes".
"Soy una maestra de escuela".
"Te he preguntado quién eres, no cuál es tu profesión".
Y así sucesivamente. Respondiera lo que respondiera, no parecía poder dar una respuesta satisfactoria a la pregunta "¿Quién eres?".
"Soy una cristiana".
"Te he preguntado quién eres, no cuál es tu religión".
"Soy una persona que iba todos los días a la iglesia y ayudaba a los pobres y necesitados".
"Te he preguntado quién eres, no lo que hacías".
Evidentemente, no consiguió pasar el examen, porque fue enviada de nuevo a la tierra. Cuando se recuperó de su enfermedad, tomó la determinación de averiguar quién era. Y todo fue diferente.
Tu obligación es ser. No ser un personaje ni ser un don nadie -porque ahí hay mucho de codicia y ambición-, ni ser esto o lo de más allá -porque eso condiciona mucho-, sino simplemente ser.
"¿Quién eres?", dijo una Voz.
"Soy la mujer del alcalde", respondió ella.
"Te he preguntado quién eres, no con quién estás casada".
"Soy la madre de cuatro hijos".
"Te he preguntado quién eres, no cuántos hijos tienes".
"Soy una maestra de escuela".
"Te he preguntado quién eres, no cuál es tu profesión".
Y así sucesivamente. Respondiera lo que respondiera, no parecía poder dar una respuesta satisfactoria a la pregunta "¿Quién eres?".
"Soy una cristiana".
"Te he preguntado quién eres, no cuál es tu religión".
"Soy una persona que iba todos los días a la iglesia y ayudaba a los pobres y necesitados".
"Te he preguntado quién eres, no lo que hacías".
Evidentemente, no consiguió pasar el examen, porque fue enviada de nuevo a la tierra. Cuando se recuperó de su enfermedad, tomó la determinación de averiguar quién era. Y todo fue diferente.
Tu obligación es ser. No ser un personaje ni ser un don nadie -porque ahí hay mucho de codicia y ambición-, ni ser esto o lo de más allá -porque eso condiciona mucho-, sino simplemente ser.
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