Se hablaba de construir un reformatorio para muchachos y se solicitó el parecer de un célebre experto en educación. Este hizo un apasionado alegato en favor de unos métodos educativos humanos en el reformatorio, urgiendo a los fundadores a no escatimar en medios para conseguir los servicios de unos educadores bondadosos y competentes.
Y concluyó diciendo: "Con lograr salvar a un solo muchacho de la depravación moral, ya habrán quedado justificados los gastos y los esfuerzos que se inviertan en una institución de este tipo."
Posteriormente, un miembro de la junta directiva le dijo: "¿No ha estado usted ligeramente exagerado? ¿Cree de veras que el salvar a un solo muchacho justificaría todos los gastos y esfuerzos?"
"¡Si se tratara de mi hijo, sí!", fue la respuesta.
Y concluyó diciendo: "Con lograr salvar a un solo muchacho de la depravación moral, ya habrán quedado justificados los gastos y los esfuerzos que se inviertan en una institución de este tipo."
Posteriormente, un miembro de la junta directiva le dijo: "¿No ha estado usted ligeramente exagerado? ¿Cree de veras que el salvar a un solo muchacho justificaría todos los gastos y esfuerzos?"
"¡Si se tratara de mi hijo, sí!", fue la respuesta.
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