Los ascetas errantes son algo muy habitual en la India. Pues bien, una madre había prohibido a su hijo que se acercara a ellos, porque, aun cuando algunos tenían fama de santos, se sabía que otros no eran más que unos farsantes disfrazados.
Un día, la madre miró por la ventana y vio a un asceta rodeado por los niños de la aldea. Para su sorpresa, aquel hombre, sin tener en cuenta para nada su dignidad, estaba haciendo piruetas para entretener a los niños. Aquello le impresionó tanto a la madre que llamó a su hijito y le dijo: "Mira, hijo, ése es un hombre santo. Puedes salir y acercarte a él".
Un día, la madre miró por la ventana y vio a un asceta rodeado por los niños de la aldea. Para su sorpresa, aquel hombre, sin tener en cuenta para nada su dignidad, estaba haciendo piruetas para entretener a los niños. Aquello le impresionó tanto a la madre que llamó a su hijito y le dijo: "Mira, hijo, ése es un hombre santo. Puedes salir y acercarte a él".
No hay comentarios:
Publicar un comentario