Un anciano caballero poseía una tienda de antigüedades y curiosidades en una gran ciudad. En cierta ocasión, entró un turista y se puso a hablar con él acerca de la intimidad de cosas que había en aquella tienda.
Al final preguntó al turista: "¿Cuál diría usted que es la cosa más rara y misteriosa que hay en esta tienda?"
El anciano echó una ojeada a los centenares de objetos (animales disecados, cráneos reducidos, peces y pájaros enmarcados, hallazgos arqueológicos, cornamentas de ciervos...), se volvió al turista y le dijo: "Sin duda alguna, lo más raro que hay en esta tienda soy yo".
Al final preguntó al turista: "¿Cuál diría usted que es la cosa más rara y misteriosa que hay en esta tienda?"
El anciano echó una ojeada a los centenares de objetos (animales disecados, cráneos reducidos, peces y pájaros enmarcados, hallazgos arqueológicos, cornamentas de ciervos...), se volvió al turista y le dijo: "Sin duda alguna, lo más raro que hay en esta tienda soy yo".
No hay comentarios:
Publicar un comentario