La verdad forma parte de un corazón audaz.
Alguien llamaba insistentemente al corazón del "buscador".
"¿Quién es?", preguntó asustado, el pobre.
"Soy yo, la Verdad", fue la respuesta.
"No seas ridículo", dijo el buscador. "La Verdad habla en el silencio".
Aquello, efectivamente, hizo que cesaran los golpes, para alivio del buscador.
Lo que él no sabía es que los golpes eran producidos por los tremendos latidos de su corazón.
La Verdad que nos libera es casi siempre
la Verdad que preferiríamos no oír.
Por eso, cuando decimos que algo no es verdad,
lo que demasiado a menudo queremos decir
es que no nos gusta.
Alguien llamaba insistentemente al corazón del "buscador".
"¿Quién es?", preguntó asustado, el pobre.
"Soy yo, la Verdad", fue la respuesta.
"No seas ridículo", dijo el buscador. "La Verdad habla en el silencio".
Aquello, efectivamente, hizo que cesaran los golpes, para alivio del buscador.
Lo que él no sabía es que los golpes eran producidos por los tremendos latidos de su corazón.
La Verdad que nos libera es casi siempre
la Verdad que preferiríamos no oír.
Por eso, cuando decimos que algo no es verdad,
lo que demasiado a menudo queremos decir
es que no nos gusta.
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