La pequeña Mary se hallaba en la playa con su madre.
"Mami, ¿puedo jugar en la arena?"
"No, mi vida; no quiero que te ensucies el vestido."
"¿Puedo andar por el agua?"
"No. Te mojarías y agarrarías un resfriado."
"¿Puedo jugar con otros niños?"
"No. Te perderías entre la gente."
"Mami, cómprame un helado."
"No. Te hace daño a la garganta."
La pequeña Mary se echó entonces a llorar.
Y la madre, volviéndose hacia una señora que se encontraba al lado, le dijo: "¡Por todos los santos! ¿Ha visto usted qué niña tan neurótica?"
"Mami, ¿puedo jugar en la arena?"
"No, mi vida; no quiero que te ensucies el vestido."
"¿Puedo andar por el agua?"
"No. Te mojarías y agarrarías un resfriado."
"¿Puedo jugar con otros niños?"
"No. Te perderías entre la gente."
"Mami, cómprame un helado."
"No. Te hace daño a la garganta."
La pequeña Mary se echó entonces a llorar.
Y la madre, volviéndose hacia una señora que se encontraba al lado, le dijo: "¡Por todos los santos! ¿Ha visto usted qué niña tan neurótica?"
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