La familia tomó asiento en el restaurante para cenar. Llegó la camarera, tomó nota de lo que deseaban los adultos y luego se dirigió al muchacho de siete años.
"¿Qué vas a tomar?", le preguntó.
El muchacho miró con timidez en torno a la mesa y dijo: "Me gustaría tomar un perrito caliente."
Antes de que la camarera tuviera tiempo de escribirlo, intervino la madre: "¡Nada de perritos calientes! ¡Tráigale un filete con puré de patatas y zanahorias!"
La camarera hizo como que no lo había oído. "¿Cómo quieres el perrito caliente: con ketchup o con mostaza?", le preguntó al muchacho.
"Con Ketchup."
"Vuelvo en un minuto", dijo la camarera dirigiéndose a la cocina.
Cuando la camarera se hubo retirado, hubo unos instantes de silencio producido por el asombro. Al fin, el muchacho miró a todos los presentes y exclamó: "¿Qué os parece? ¡Piensa que soy real!
"¿Cómo están tus hijos?"
"Están los dos estupendamente, gracias."
"¿Qué edad tienen?"
"El médico, tres años; el abogado, cinco."
"¿Qué vas a tomar?", le preguntó.
El muchacho miró con timidez en torno a la mesa y dijo: "Me gustaría tomar un perrito caliente."
Antes de que la camarera tuviera tiempo de escribirlo, intervino la madre: "¡Nada de perritos calientes! ¡Tráigale un filete con puré de patatas y zanahorias!"
La camarera hizo como que no lo había oído. "¿Cómo quieres el perrito caliente: con ketchup o con mostaza?", le preguntó al muchacho.
"Con Ketchup."
"Vuelvo en un minuto", dijo la camarera dirigiéndose a la cocina.
Cuando la camarera se hubo retirado, hubo unos instantes de silencio producido por el asombro. Al fin, el muchacho miró a todos los presentes y exclamó: "¿Qué os parece? ¡Piensa que soy real!
"¿Cómo están tus hijos?"
"Están los dos estupendamente, gracias."
"¿Qué edad tienen?"
"El médico, tres años; el abogado, cinco."
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