...ni diéramos nuestra propia interpretación a las palabras del otro...
Un periodista estaba entrevistando a una señora que acababa de cumplir cien años. Ella parecía ser una persona extraordinariamente vivaz, encantada de recordar su pasado. Había conocido la época de las diligencias y la de los aviones supersónicos, y parecía dispuesta a describir toda su vida.
Cuando la entrevista hubo terminado, todavía parecía deseosa de seguir hablando, de modo que el periodista le hizo a bote pronto una pregunta para que la conversación no cesara: "¿Ha estado usted alguna vez en cama?"
"¡Oh, querido, claro que sí!", dijo ella ligeramente ruborizada, "docenas de veces. ¡E incluso dos veces en un pajar!"
Un periodista estaba entrevistando a una señora que acababa de cumplir cien años. Ella parecía ser una persona extraordinariamente vivaz, encantada de recordar su pasado. Había conocido la época de las diligencias y la de los aviones supersónicos, y parecía dispuesta a describir toda su vida.
Cuando la entrevista hubo terminado, todavía parecía deseosa de seguir hablando, de modo que el periodista le hizo a bote pronto una pregunta para que la conversación no cesara: "¿Ha estado usted alguna vez en cama?"
"¡Oh, querido, claro que sí!", dijo ella ligeramente ruborizada, "docenas de veces. ¡E incluso dos veces en un pajar!"
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