La mayoría de las veces vemos a los demás con los anteojos de nuestras ideas preconcebidas.
El jefe: "Parece usted exhausta. ¿Qué le ha sucedido?"
La secretaria: "Bueno... No, será mejor que no se lo diga. No me creería usted..."
"¡Por supuesto que la creeré!"
"No, usted no me creería. Sé que no podría creerme..."
"Le aseguro que la voy a creer. ¡Se lo prometo!"
"En fin, se lo diré: hoy he trabajado demasiado."
"¡No lo creo!"
El jefe: "Parece usted exhausta. ¿Qué le ha sucedido?"
La secretaria: "Bueno... No, será mejor que no se lo diga. No me creería usted..."
"¡Por supuesto que la creeré!"
"No, usted no me creería. Sé que no podría creerme..."
"Le aseguro que la voy a creer. ¡Se lo prometo!"
"En fin, se lo diré: hoy he trabajado demasiado."
"¡No lo creo!"
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