Un vagabundo se presentó en el despacho de un acaudalado hombre de negocios para pedir una limosna.
El hombre llamó a su secretaria y le dijo: "¿Ve usted a este pobre desgraciado? Fíjese cómo le asoman los dedos a través de sus horribles zapatos; observe sus raídos pantalones y su andrajosa chaqueta. Estoy seguro de que no se ha afeitado ni se ha duchado ni ha comido caliente en muchos días. Me parte el corazón ver a una persona en estas condiciones, de manera que... ¡HAGA QUE DESAPAREZCA INMEDIATAMENTE DE MI VISTA!"
Había un hombre sin brazos y sin piernas
mendigando en la acera.
La primera vez que lo vi me conmovió de tal modo
que le di una limosna.
La segunda vez le di algo menos.
La tercera vez no tuve contemplaciones
y lo denuncié a la policía
por mendigar en la vía pública
y dar la lata.
El hombre llamó a su secretaria y le dijo: "¿Ve usted a este pobre desgraciado? Fíjese cómo le asoman los dedos a través de sus horribles zapatos; observe sus raídos pantalones y su andrajosa chaqueta. Estoy seguro de que no se ha afeitado ni se ha duchado ni ha comido caliente en muchos días. Me parte el corazón ver a una persona en estas condiciones, de manera que... ¡HAGA QUE DESAPAREZCA INMEDIATAMENTE DE MI VISTA!"
Había un hombre sin brazos y sin piernas
mendigando en la acera.
La primera vez que lo vi me conmovió de tal modo
que le di una limosna.
La segunda vez le di algo menos.
La tercera vez no tuve contemplaciones
y lo denuncié a la policía
por mendigar en la vía pública
y dar la lata.
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