Un sacerdote ordenó a su diácono que reuniera a diez hombres para rezar por la curación de un enfermo.
Cuando todos estuvieron reunidos, alguien susurró al oído del sacerdote: "Hay algunos conocidos ladrones entre esos hombres..."
"Tanto mejor", dijo el sacerdote. "Si las Puertas de la Misericordia están cerradas, ellos serán los expertos que las abran".
Cuando todos estuvieron reunidos, alguien susurró al oído del sacerdote: "Hay algunos conocidos ladrones entre esos hombres..."
"Tanto mejor", dijo el sacerdote. "Si las Puertas de la Misericordia están cerradas, ellos serán los expertos que las abran".
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