Un viajero caminaba un día por la carretera cuando pasó junto a él como un rayo un caballo montado por un hombre de mirada torva y con sangre en las manos.
Al cabo de unos minutos llegó un grupo de jinetes y le preguntaron si había visto pasar a alguien con sangre en las manos.
"¿Quién es él?", preguntó el viajante.
"Un malhechor", djo el cabecilla del grupo.
"¿Y lo perseguís para llevarlo ante la justicia?"
"No. Lo perseguimos para enseñarle el camino".
Sólo la reconciliación salvará al mundo,
no la justicia,
que suele ser una forma de venganza.
Al cabo de unos minutos llegó un grupo de jinetes y le preguntaron si había visto pasar a alguien con sangre en las manos.
"¿Quién es él?", preguntó el viajante.
"Un malhechor", djo el cabecilla del grupo.
"¿Y lo perseguís para llevarlo ante la justicia?"
"No. Lo perseguimos para enseñarle el camino".
Sólo la reconciliación salvará al mundo,
no la justicia,
que suele ser una forma de venganza.
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