Todos los días se podía ver meditando pacíficamente a un anciano monje, sentado en el rincón de una biblioteca japonesa.
"No lee usted nunca los sutras...", le dijo el bibliotecario.
"Nunca aprendí a leer", respondió el monje.
"¡Qué desgracia! Un monje como usted debería saber leer... ¿Quiere usted que le enseñe yo?"
"Sí", dijo el monje. Y apuntándose al pecho con un dedo, añadió: "Dígame qué significa este carácter".
¿Por qué encender una antorcha
cuando el sol brilla en el cielo?
¿Por qué regar la tierra
cuando la lluvia cae a cántaros?
"No lee usted nunca los sutras...", le dijo el bibliotecario.
"Nunca aprendí a leer", respondió el monje.
"¡Qué desgracia! Un monje como usted debería saber leer... ¿Quiere usted que le enseñe yo?"
"Sí", dijo el monje. Y apuntándose al pecho con un dedo, añadió: "Dígame qué significa este carácter".
¿Por qué encender una antorcha
cuando el sol brilla en el cielo?
¿Por qué regar la tierra
cuando la lluvia cae a cántaros?
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