domingo, 30 de noviembre de 2014

LA ORACIÓN DE LA RANA 200.

                   En cierta ocasión, se hallaban reunidos en Escete algunos de los ancianos, entre ellos el Abad Juan el Enano.

                   Mientras estaban cenando, un ancianísimo sacerdote se levantó e intentó servirles. Pero nadie, a excepción de Juan el Enano, quiso aceptar de él ni siquiera un vaso de agua.

                  A los otros les extrañó bastante la actitud de Juan, y más tarde le dijeron: "¿Cómo es que te has considerado digno de aceptar ser servido por ese santo varón?"

                  Y él respondió: "Bueno, veréis, cuando yo ofrezco a la gente un trago de agua, me siento dichoso si aceptan. ¿Acaso me consideráis capaz de entristecer a ese anciano privándole del gozo de darme algo?"
   

sábado, 29 de noviembre de 2014

LA ORACIÓN DE LA RANA 199.

               Se afirmaba en la aldea que una anciana tenía apariciones divinas, y el cura quería pruebas de la autenticidad de las mismas. "La próxima vez que Dios se te aparezca", le dijo, "pídele que te revele mis pecados, que solo Él conoce. Esa prueba será suficiente".

             La mujer regresó un mes más tarde, y el cura le preguntó si se le había vuelto a aparecer Dios. Y al responder ella que sí, le dijo: "¿Y le pediste lo que te ordené?"

            "Sí, lo hice".

            "¿Y qué te dijo Él?"

            "Me dijo: "Dile al cura que he olvidado sus pecados".

            ¿Será posible
            que todas las cosas horribles que has hecho
            hayan sido olvidadas por todos...
            menos por ti?
    

viernes, 28 de noviembre de 2014

LA ORACIÓN DE LA RANA 198.

                          Un día, Abraham invitó a un mendigo a comer en su tienda. Cuando Abraham estaba dando gracias, el otro empezó a maldecir a Dios y a decir que no soportaba oír Su Santo Nombre.

                         Presa de indignación, Abraham echó al blasfemo de su tienda.

                         Aquella noche, cuando estaba haciendo sus oracines, le dijo Dios a Abraham: "Ese hombre ha blasfemado de mí y me ha injuriado durante cincuenta años y, sin embargo, yo le he dado de comer todos los días. ¿No podías haberlo soportado tú durante un solo almuerzo?"
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martes, 25 de noviembre de 2014

LA ORACIÓN DE LA RANA 197.

                 Una maestra dijo a sus pequeños alumnos que iba a escribir los nombres de todos ellos en la pizarra y que, detrás de cada nombre, quería poner aquello por lo que cada niño sintiera más agradecimiento.

                 Uno de los niños estaba cavilando intensamente cuando la maestra escribió su nombre en la pizarra. Y al preguntarle lo que debía poner a continuación, él, finalmente, dijo: "Madre".

                Y eso fue lo que escribió la maestra. Pero, cuando estaba empezando a escribir el siguiente nombre, el niño se puso a agitar frenéticamente su mano.

                "¿Sí?", dijo la maestra.

                "Por favor, borre MADRE", dijo el niño, "y escriba PERRO".

                "¿Por qué no?
     

lunes, 24 de noviembre de 2014

LA ORACIÓN DE LA RANA 196.

                Una maestra observó que uno de los niños de su clase estaba extrañamente triste y pensativo.

                "¿Qué es lo que te preocupa?", le preguntó.

                "Mis padres", contestó él. "Papá se pasa el día trabajando para que yo pueda vestirme, alimentarme y venir a la mejor escuela de la ciudad. Además, hace horas extra para poder enviarme algún día a la universidad. Y mamá se pasa el día cocinando, lavando, planchando y haciendo compras para que yo no tenga por qué preocuparme".

               "Entonces, ¿por qué estás preocupado?"

               "Porque tengo miedo de que traten de escaparse".
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viernes, 21 de noviembre de 2014

LA ORACIÓN DE LA RANA 195.

                 Una princesa árabe se había empeñado en casarse con uno de sus esclavos. Todos los esfuerzos del rey por disuadirla de su propósito resultaban inútiles, y ninguno de sus consejeros era capaz de darle una solución.

                Al fin, se presentó en la corte un sabio y anciano médico que, al enterarse del apuro del rey, le dijo: "Su Majestad está mal aconsejada, porque, si prohíbe casarse a la princesa, lo que ocurrirá es que ella se enojará con Su Majestad y se sentirá aún más atraída por el esclavo".

               "¡Entonces dime lo que debo hacer!", gritó el rey.

               Y el médico sugirió un plan de acción.

               El rey se sentía un tanto escéptico acerca del plan, pero decidió intentarlo. Mandó que llevaran a la joven a su presencia y le dijo: "Voy a someter a prueba tu amor por ese hombre: vas a ser encerrada con él durante treinta días y treinta noches en una celda. Si al final sigues queriendo casarte con él, tendrás mi consentimiento".

              La princesa, loca de alegría, le dijo un abrazo a su padre y aceptó encantada someterse a la prueba. Todo marchó perfectamente durante unos días, pero no tardó en presentarse el aburrimiento. Antes de que pasara una semana, ya estaba la princesa suspirando por otro tipo de compañía y la exasperaba todo cuanto dijera o hiciera su amante. Al cabo de dos semanas estaba tan harta de aquel hombre que se puso a chillar y a aporrear la puerta de la celda. Cuando, al fin, consiguió salir, se echó en brazos de su padre, agradecida de que la hubiera librado de aquel hombre, al que había llegado a aborrecer.

             La separación facilita la vida en común.
             Cuando no hay distancia, no es posible establecer relación.

      

jueves, 20 de noviembre de 2014

LA ORACIÓN DE LA RANA 194.

                Tras una acolarada discusión con su mujer, el hombre acabó diciendo: "¿Por qué no podemos vivir en paz como nuestros dos perros, que nunca se pelean?"

                "Claro que no se pelean", reconoció la mujer. "¡Pero átalos juntos, y verás lo que ocurre!".

 

miércoles, 19 de noviembre de 2014

LA ORACIÓN DE LA RANA 193.

                   Una mujer notablemente corpulenta entró en la oficina del registro civil cerrando tras de sí la puerta con un portazo descomunal.

                   "¿Me ha expedido usted esta licencia para casarme con Jacob Jacobson o no?", le preguntó al funcionario mientras arrojaba violentamente sobre la mesa el documento.

                  El funcionario examinó atentamente el documento a través de sus gruesas gafas y dijo: "Sí, señora, creo que lo he expedido yo. ¿Por qué?".

                 "Porque el tipo ha huido", respondió la mujer, "y quiero saber qué va a hacer usted al respecto".

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martes, 18 de noviembre de 2014

LA ORACIÓN DE LA RANA 192.

                  Federico Guillermo, que reinó en Prusia a comienzos del siglo XVIII, tenía fama de ser un hombre muy temperamental y poco amigo de formalidades y cumplidos. Solía pasar sin escolta por las calles de Berlín y, si se encontraba con alguien que le desagradaba -lo cual no era infrecuente-, no dudaba en usar su bastón contra la desventurada víctima.

                No es extraño, por tanto que, cuando la gente le divisaba, se escabullera lo más discretamente posible. En cierta ocasión, yendo Federico por una calle -golpeando el suelo con su bastón, como de costumbre-, un berlinés tardó demasiado en percatarse de su presencia, y su intento de ocultarse en un portal resultó fallido.

               "¡Eh tú!", dijo Federico, "¿adónde vas?"

               El hombre se puso a temblar. "A esta casa, Majestad", respondió.

               "¿Es tú casa?"

              "No, Majestad".

               "¿Es la casa de un amigo?"

               "No, Majestad".

                "Entonces, ¿por qué entras en ella?"

                 Al hombre le entró miedo de que el rey pudiera confundirle con un ladrón, y decidió decir la verdad: "Para evitar topar con su Majestad".

                 "¿Y por qué quieres evitar topar conmigo?"

                 "Porque tengo miedo de su Majestad".

                 Al oír aquello, Federico Guillermo se puso rojo de furia, agarró al pobre hombre por los hombros, lo sacudió violentamente y le gritó: "¿Cómo te atreves a tener miedo de mí? ¡Yo soy tu soberano, y se supone que tienes que amarme! ¡Ámame, desgraciado! ¡Te ordeno que me ames!

       

lunes, 17 de noviembre de 2014

LA ORACIÓN DE LA RANA 191.

             Una devota se hizo una estatua de Buda en madera y la cubrió con una fina capa de oro. Le quedó hermosísima, y la llevaba consigo adondequiera que iba.

             Pasaron los años, y la devota, siempre con su estatua a cuestas, se estableció en un pequeño templo en el que había muchas estatuas de Buda, cada una de ellas con su respectivo altar.

            Comenzó todos los día a quemar incienso delante de su dorado Buda, pero descubrió, consternada, que parte del humo se escapaba hacia los altares colindantes.

            Entonces se hizo un embudo de papel a través del cual ascendía el humo únicamente hacia su Buda, con lo cual se ennegreció la nariz del precioso Buda dorado, que se puso feísimo.
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domingo, 16 de noviembre de 2014

LA ORACIÓN DE LA RANA 190.

                 Un niño sintió que se le rompía el corazón cuando encontró junto al estanque, a su querida tortuga patas arriba, inmóvil y sin vida.

                Su padre hizo cuanto pudo por consolarlo: "No llores, hijo. Vamos a organizar un precioso funeral por el señor Tortuga. Le haremos un pequeño ataúd forrado en seda y encargaremos una lápida para su tumba con su nombre grabado. Luego le pondremos flores todos los días y rodearemos la tumba con una cerca".

               El niño se secó las lágrimas y se entusiasmó con el proyecto. Cuando todo estuvo dispuesto, se formó el cortejo -el padre, la madre, la criada y, delante de todos, el niño- y empezaron a avanzar solemnemente hacia el estanque para llevarse el cuerpo, pero éste había desaparecido.

              De pronto, vieron cómo el señor Tortuga emergía del fondo del estanque y nadaba tranquila y gozosamente. El niño, profundamente decepcionado, se quedó mirando fijamente al animal y, al cabo de unos instantes, dijo:
             "Vamos a matarlo".

              En realidad, no eres tú lo que me importa,
              sino la sensación que me produce amarte.

    

sábado, 15 de noviembre de 2014

LA ORACIÓN DE LA RANA 189.

              Cuando Robert, un cuarentón, se enamoró de su vecina de catorce años, vendió todo lo que tenía y hasta aceptó hacer oras extras en su tiempo libre para ganar suficiente dinero y poder comprar a su novia el carísimo reloj que ella deseaba. Sus padres estaban consternados, pero decidieron que era mejor no decir nada.

             Llegó el día de comprar el reloj, y Robert regresó a casa sin haber gastado su dinero. Y ésta es la explicación que dio: "La llevé a la joyería y ella dijo que, después de todo, no quería el reloj. Que le hacían más ilusión otras cosas, como una pulsera, un collar, una sortija de oro..."

            "Y mientras ella lo fisgaba todo sin decidirse, recordé lo que una vez nos contó nuestro maestro: que antes de adquirir algo debíamos preguntarnos para qué lo queríamos. Entonces comprendí que, después de todo, yo no la quería realmente, de manera que salí de la joyería y me marché".
 

viernes, 14 de noviembre de 2014

LA ORACIÓN DE LA RANA 188.

              ¿Cree usted que podrá darle a mi hija todo cuanto desee?", le preguntó un hombre a un pretendiente.

              "Estoy seguro de que sí, señor. Ella dice que todo lo que desea es a mí".

              Nadie lo llamaría amor si todo lo que ella deseara fuera dinero. ¿Por qué es amor si todo lo que ella desea eres tú?
  

jueves, 13 de noviembre de 2014

LA ORACIÓN DE LA RANA 187.

             Dos amigas se encuentran al cabo de muchos años.

             "Cuéntame", dice una de ellas, "¿qué fue de tu hijo?".

            "¿Mi hijo?", responde la otra suspirando. "¡Pobre hijo mío...! ¡Qué mala suerte ha tenido...! Se casó con una chica que no da golpe en su casa. No quiere cocinar ni coser ni lavar ni limpiar... Se pasa el día en la cama holgazaneando, leyendo o durmiendo. ¿Querrás creer que el pobre muchacho tiene incluso que llevarle el desayuno a la cama?"

           "¡Es espantoso! ¿Y qué ha sido de tu hija?"

           "¡Ah, esa sí que ha tenido suerte! Se casó con un verdadero ángel. Figúrate que no permite que ella se moleste para nada. Tiene criados que cocinan, cosen, lavan, limpian y lo hacen todo. ¿Y querrás creer que él le lleva todas las mañanas el desayuno a la cama? Todo lo que hace es dormir cuanto quiere, y el resto del día lo emplea en descansar y leer en la cama".
   

miércoles, 12 de noviembre de 2014

LA ORACIÓN DE LA RANA 186.

           La madre: "¿Qué es lo que le gusta a tu novia de ti?"

           El hijo: "Piensa que soy guapo, inteligente y simpático y que bailo muy bien".

          "¿Y qué es lo que te gusta a ti de ella?"

          "Que piensa que soy guapo, inteligente y simpático y que bailo muy bien".
   

martes, 11 de noviembre de 2014

LA ORACIÓN DE LA RANA 185.

             Una dependienta le vendió unos pantalones de un amarillo rabiioso a un muchacho que parecía encantado con su compra.

             Al día siguiente volvió el muchacho diciendo que quería cambiar los pantalones. El motivo: "No le gustan a mí novia".

            Una semana más tarde regresó de nuevo, todo sonriente, a comprar otra vez los dichosos pantalones. "¿Ha cambiado su novia de opinión?", le preguntó la dependienta.

           "¡No!", respondió el joven. "He cambiado yo de novia".
   

lunes, 10 de noviembre de 2014

LA ORACIÓN DE LA RANA 184.

                Estaba ardiendo una fábrica, y el anciano propietario lloraba desconsolado su pérdida.

                 "¿Por qué lloras, papá?",  le preguntó su hijo. "¿Has olvidado que hemos vendido la fábrica hace cuatro días?"

                Y el anciano dejó inmediatamente de llorar.
  

domingo, 9 de noviembre de 2014

LA ORACIÓN DE LA RANA 183.

              En el funeral de un hombre riquísimo había un individuo desconocido que se lamentaba y lloraba tanto como los demás.

              El sacerdote oficiante se acercó a él y le preguntó: "¿Es usted, quizá, pariente del difunto?"

             "No".

             "Entonces, ¿por qué llora usted de ese modo?

             "Precisamente por eso".

             Toda aflicción -sea cual sea la ocasión- es por uno mismo.
    

sábado, 8 de noviembre de 2014

LA ORACIÓN DE LA RANA 182.

                   Tres personas adultas estaban tomando un café en la cocina mientras los niños andaban jugando por el suelo. La conversación versaba sobre lo que harían en caso de peligro, y cada una de las tres personas dijo que lo primero que haría sería poner a salvo a los niños.

                 De pronto reventó la válvula de seguridad de la olla a presión, y toda la cocina se llenó al instante de vapor. En cuestión de segundos, todos estaban fuera de la cocina... excepto los niños, que seguían jugando en el suelo.
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viernes, 7 de noviembre de 2014

LA ORACIÓN DE LA RANA 181.

                         Un discípulo deseaba ardientemente renunciar al mundo, pero afirmaba que su familia le amaba demasiado como para permitirle que se fuera.

                       "¿Amarte?", le dijo su guru. "Eso no es amor en absoluto. Escucha..." Y le reveló al discípulo un secreto del yoga que le permitiría simular que estaba muerto. Al día siguiente, según todas las apariencias externas, el hombre estaba muerto, y la casa se llenó de llantos y lamentaciones de parte de sus familiares.

                       Entonces se presentó el guru y dijo a la desconsolada familia que él tenía poder para resucitarlo si había alguien que quisiera morir en su lugar. Y preguntó si había algún voluntario.

                      Para sorpresa del "cadáver", todos los miembros de la familia comenzaron a aducir razones por las que debían seguir viviendo. Su propia mujer resumió los sentimientos de todos con estas palabras: "En realidad, no hay necesidad de que nadie ocupe su lugar. Ya nos las arreglaremos sin él".
   

domingo, 2 de noviembre de 2014

LA ORACIÓN DE LA RANA 180.

              Una niña estaba muriendo de una enfermedad de la que su hermano, de dieciocho años, había logrado recuperarse tiempo atrás.

              El médico dijo al muchacho: "Sólo una transfusión de tu sangre puede salvar la vida de tu hermana. ¿Estás dispuesto a dársela?

              Los ojos del muchacho reflejaron verdadero pavor. Dudó por unos instantes, y finalmente dijo: "De acuerdo, doctor; lo haré".

              Una hora después de realizada la transfusión, el muchacho preguntó indeciso: Dígame, doctor, ¿cuándo voy a morir?" Sólo entonces comprendió el doctor el momentáneo pavor que había detectado en los ojos del muchacho: creía que, al dar su sangre, iba también a dar la vida por su hermana.
   

sábado, 1 de noviembre de 2014

LA ORACIÓN DE LA RANA 179.

              Una leyenda de los Upanishads:

               El sabio Uddalaka enseñó a su hijo Svetaketu a descubrir al Uno tras la apariencia de lo múltiple. Y lo hizo valiéndose de "parábolas" como la siguiente:

              Un día le ordenó a su hijo: "Pon toda esta sal en agua y vuelve a verme por la mañana".

              El muchacho hizo lo que se le había ordenado, y al día siguiente le dijo su padre: "Por favor, tráeme la sal que ayer pusiste en el agua".

             "No la encuentro", dijo el muchacho. "Se ha disuelto".

             "Prueba el agua de esta parte del plato", le dijo Uddalaka. "¿A qué sabe?"

              "A sal".

              "Ahora prueba del otro lado del plato. ¿A qué sabe?"

              "A sal".

              "Arroja al suelo el contenido del plato", dijo el padre.

              Así lo hizo el muchacho, y observó que, una vez evaporada el agua, reaparecía la sal. Entonces le dijo Uddalaka: "Tú no puedes ver a Dios aquí, hijo mío, pero de hecho está aquí".

             Los que buscan la iluminación no logran encontrarla, porque no comprenden que el objeto de su búsqueda es el propio buscador. Al igual que la belleza, también Dios está en el yo del observador.