Estaba ardiendo una fábrica, y el anciano propietario lloraba desconsolado su pérdida.
"¿Por qué lloras, papá?", le preguntó su hijo. "¿Has olvidado que hemos vendido la fábrica hace cuatro días?"
Y el anciano dejó inmediatamente de llorar.
"¿Por qué lloras, papá?", le preguntó su hijo. "¿Has olvidado que hemos vendido la fábrica hace cuatro días?"
Y el anciano dejó inmediatamente de llorar.
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