Dos amigas se encuentran al cabo de muchos años.
"Cuéntame", dice una de ellas, "¿qué fue de tu hijo?".
"¿Mi hijo?", responde la otra suspirando. "¡Pobre hijo mío...! ¡Qué mala suerte ha tenido...! Se casó con una chica que no da golpe en su casa. No quiere cocinar ni coser ni lavar ni limpiar... Se pasa el día en la cama holgazaneando, leyendo o durmiendo. ¿Querrás creer que el pobre muchacho tiene incluso que llevarle el desayuno a la cama?"
"¡Es espantoso! ¿Y qué ha sido de tu hija?"
"¡Ah, esa sí que ha tenido suerte! Se casó con un verdadero ángel. Figúrate que no permite que ella se moleste para nada. Tiene criados que cocinan, cosen, lavan, limpian y lo hacen todo. ¿Y querrás creer que él le lleva todas las mañanas el desayuno a la cama? Todo lo que hace es dormir cuanto quiere, y el resto del día lo emplea en descansar y leer en la cama".
"Cuéntame", dice una de ellas, "¿qué fue de tu hijo?".
"¿Mi hijo?", responde la otra suspirando. "¡Pobre hijo mío...! ¡Qué mala suerte ha tenido...! Se casó con una chica que no da golpe en su casa. No quiere cocinar ni coser ni lavar ni limpiar... Se pasa el día en la cama holgazaneando, leyendo o durmiendo. ¿Querrás creer que el pobre muchacho tiene incluso que llevarle el desayuno a la cama?"
"¡Es espantoso! ¿Y qué ha sido de tu hija?"
"¡Ah, esa sí que ha tenido suerte! Se casó con un verdadero ángel. Figúrate que no permite que ella se moleste para nada. Tiene criados que cocinan, cosen, lavan, limpian y lo hacen todo. ¿Y querrás creer que él le lleva todas las mañanas el desayuno a la cama? Todo lo que hace es dormir cuanto quiere, y el resto del día lo emplea en descansar y leer en la cama".
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