Una dependienta le vendió unos pantalones de un amarillo rabiioso a un muchacho que parecía encantado con su compra.
Al día siguiente volvió el muchacho diciendo que quería cambiar los pantalones. El motivo: "No le gustan a mí novia".
Una semana más tarde regresó de nuevo, todo sonriente, a comprar otra vez los dichosos pantalones. "¿Ha cambiado su novia de opinión?", le preguntó la dependienta.
"¡No!", respondió el joven. "He cambiado yo de novia".
Al día siguiente volvió el muchacho diciendo que quería cambiar los pantalones. El motivo: "No le gustan a mí novia".
Una semana más tarde regresó de nuevo, todo sonriente, a comprar otra vez los dichosos pantalones. "¿Ha cambiado su novia de opinión?", le preguntó la dependienta.
"¡No!", respondió el joven. "He cambiado yo de novia".
No hay comentarios:
Publicar un comentario