En el funeral de un hombre riquísimo había un individuo desconocido que se lamentaba y lloraba tanto como los demás.
El sacerdote oficiante se acercó a él y le preguntó: "¿Es usted, quizá, pariente del difunto?"
"No".
"Entonces, ¿por qué llora usted de ese modo?
"Precisamente por eso".
Toda aflicción -sea cual sea la ocasión- es por uno mismo.
El sacerdote oficiante se acercó a él y le preguntó: "¿Es usted, quizá, pariente del difunto?"
"No".
"Entonces, ¿por qué llora usted de ese modo?
"Precisamente por eso".
Toda aflicción -sea cual sea la ocasión- es por uno mismo.
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