En la antigua India se acostumbraba a sacar agua de los pozos por medio de una rueda persa, un ingenioso artefacto cuyo único inconveniente era el tremendo ruido que hacía cuando estaba en funcionamiento.
Un día acertó a pasar un jinete junto a una granja y pidió agua para su caballo. El granjero puso en marcha gustoso la rueda persa, pero el caballo, que no estaba acostumbrado a semejante estruendo, no se acercaba por nada del mundo.
"¿No podría usted hacer cesar ese estruendo para que mi caballo pueda beber?", preguntó el jinete.
"Me temo que no es posible, señor", respondió el granjero. "Si su caballo quiere beber, tendrá que hacerlo a pesar del ruido, porque el agua sólo llega aquí con ese ruido..."
...y la amistad con sus más y sus menos.
Un día acertó a pasar un jinete junto a una granja y pidió agua para su caballo. El granjero puso en marcha gustoso la rueda persa, pero el caballo, que no estaba acostumbrado a semejante estruendo, no se acercaba por nada del mundo.
"¿No podría usted hacer cesar ese estruendo para que mi caballo pueda beber?", preguntó el jinete.
"Me temo que no es posible, señor", respondió el granjero. "Si su caballo quiere beber, tendrá que hacerlo a pesar del ruido, porque el agua sólo llega aquí con ese ruido..."
...y la amistad con sus más y sus menos.
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