Es imposible ayudar a otro sin ayudarse a sí mismo, o dañar a otro sin dañarse a sí mismo.
Nasrudin estaba mascullando algo entre dientes con cara de satisfacción. Un amigo lo vio y le preguntó qué le pasaba.
"Ese imbécil de Ahmed", dijo Nasrudin, "tiene la costumbre de pegarme unas tremendas palmadas en la espalda siempre que me ve. Pues bien, hoy me he puesto un cartucho de dinamita bajo la chaqueta, y esta vez, cuando me dé la palmada, la explosión le va a arrancar el brazo."
Nasrudin estaba mascullando algo entre dientes con cara de satisfacción. Un amigo lo vio y le preguntó qué le pasaba.
"Ese imbécil de Ahmed", dijo Nasrudin, "tiene la costumbre de pegarme unas tremendas palmadas en la espalda siempre que me ve. Pues bien, hoy me he puesto un cartucho de dinamita bajo la chaqueta, y esta vez, cuando me dé la palmada, la explosión le va a arrancar el brazo."
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