Aquel hombre era un cliente habitual, y la dirección había todo lo posible por complacerle. Por eso, cuando un día se quejó de que sólo le habían dado una rebanada de pan con la comida, el camarero se apresuró a llevarle otras cuatro.
"Está bien", dijo, "pero no crea que es suficiente. Me gusta el pan, y me gusta en cantidad."
De modo que la siguiente noche que fue a cenar le dieron una docena de rebanadas. "No está mal", dijo, "pero sigue usted mostrándose un tanto frugal, ¿no cree?"
Ni siquiera una cesta llena de pan consiguió, la noche siguiente, acallar sus quejas.
De modo que el dueño decidió darle una lección. Encargó especialmente para él una gigantesca rebanada de pan de dos metros de largo por uno de ancho, y él mismo en persona, con la ayuda de dos camareros, se la llevó, la puso sobre una mesa supletoria y esperó su reacción.
El hombre, tras mirar con verdadera furia la gigantesca rebanada, se encaró con el dueño y le dijo: "¡Así que volvemos a las andadas!, ¿eh? ¡Una sola rebanada!"
...(encender una vela es bueno, pero maldecir de la oscuridad es divertido)...
"Está bien", dijo, "pero no crea que es suficiente. Me gusta el pan, y me gusta en cantidad."
De modo que la siguiente noche que fue a cenar le dieron una docena de rebanadas. "No está mal", dijo, "pero sigue usted mostrándose un tanto frugal, ¿no cree?"
Ni siquiera una cesta llena de pan consiguió, la noche siguiente, acallar sus quejas.
De modo que el dueño decidió darle una lección. Encargó especialmente para él una gigantesca rebanada de pan de dos metros de largo por uno de ancho, y él mismo en persona, con la ayuda de dos camareros, se la llevó, la puso sobre una mesa supletoria y esperó su reacción.
El hombre, tras mirar con verdadera furia la gigantesca rebanada, se encaró con el dueño y le dijo: "¡Así que volvemos a las andadas!, ¿eh? ¡Una sola rebanada!"
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