Cuando se detectó la presencia de lobos rondando la aldea cercana al templo del Maestro Shoju, éste estuvo yendo todas las noches, durante una semana, al cementerio de la aldea, donde se sentaba a meditar. Aquello puso fin a los ataques nocturnos de los lobos.
Los habitantes de la aldea, que no salían de su asombro, le pidieron que les revelara los ritos secretos que había realizado, a fin de poder hacer ellos lo mismo en el futuro.
Y les dijo Shoju: "Yo no he recurrido a ningún tipo de rito secreto. Mientras estaba sentado allí meditando, me vi rodeado por una manada de lobos que me lamieron la punta de la nariz y olfatearon mi aliento. Pero, como conseguí no perder la calma, no me atacaron".
Los habitantes de la aldea, que no salían de su asombro, le pidieron que les revelara los ritos secretos que había realizado, a fin de poder hacer ellos lo mismo en el futuro.
Y les dijo Shoju: "Yo no he recurrido a ningún tipo de rito secreto. Mientras estaba sentado allí meditando, me vi rodeado por una manada de lobos que me lamieron la punta de la nariz y olfatearon mi aliento. Pero, como conseguí no perder la calma, no me atacaron".
No hay comentarios:
Publicar un comentario