Un joven sentía una obsesiva pasión por la Verdad, de modo que, abandonando a su familia y a sus amigos, se marchó en su busca. Viajó por infinidad de países, navegó por muchos mares, subió innumerables montañas... En suma, pasó todo tipo de dificultades y sufrimientos.
Un día, al despertar, se encontró con que tenía setenta y cinco años y aún no había descubierto la Verdad que tanto había buscado. Entonces, lleno de tristeza, decidió renunciar a dicha búsqueda y regresar a su casa.
El viaje de vuelta le llevó varios meses, porque ya era bastante viejo. Al llegar a su casa, abrió la puerta... y descubrió que la Verdad había estado esperándole allí pacientemente durante todos aquellos años.
Pregunta: ¿Le ayudaron sus andanzas a descubrir la Verdad?
Respuesta: No, pero sí le prepararon para reconocerla.
Un día, al despertar, se encontró con que tenía setenta y cinco años y aún no había descubierto la Verdad que tanto había buscado. Entonces, lleno de tristeza, decidió renunciar a dicha búsqueda y regresar a su casa.
El viaje de vuelta le llevó varios meses, porque ya era bastante viejo. Al llegar a su casa, abrió la puerta... y descubrió que la Verdad había estado esperándole allí pacientemente durante todos aquellos años.
Pregunta: ¿Le ayudaron sus andanzas a descubrir la Verdad?
Respuesta: No, pero sí le prepararon para reconocerla.
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