Mamiya llegó a ser un celebérrimo Maestro Zen, pero para ello tuvo que aprender el Zen con mucho esfuerzo. Cuando era discípulo, su Maestro le pidió que explicara el sonido del aplauso con una sola mano.
Mamiya se entregó a ello con toda su alma, ayunando y robando horas al sueño para dar con la respuesta correcta. Pero su Maestro nunca quedaba satisfecho. Un día llegó incluso a decirle: "No trabajas lo suficiente. Te gusta demasiado la vida cómoda y estás demasiado apegado a las cosas placenteras de la vida; incluso demasiado apegado al deseo de dar con la respuesta lo antes posible. Más te valdría morirte."
La siguiente vez que Mamiya se vio delante del Maestro hizo algo espectacular: cuando el Maestro le pidió que explicara el sonido del aplauso con una sola mano, él cayó al suelo y se quedó inmóvil, como si hubiera muerto.
El Maestro le dijo: "Muy bien. De modo que te has muerto... Pero ¿qué me dices del sonido del aplauso con una sola mano?"
Abriendo sus ojos, Mamiya respondió: "Hasta ahora me ha sido imposible resolverlo."
Y el Maestro estalló furioso: "¡Insensato! ¡Los muertos no hablan! ¡Fuera de aquí!"
Tal vez no hayas alcanzado la iluminación, pero al menos ¡podrías ser consecuente!
Mamiya se entregó a ello con toda su alma, ayunando y robando horas al sueño para dar con la respuesta correcta. Pero su Maestro nunca quedaba satisfecho. Un día llegó incluso a decirle: "No trabajas lo suficiente. Te gusta demasiado la vida cómoda y estás demasiado apegado a las cosas placenteras de la vida; incluso demasiado apegado al deseo de dar con la respuesta lo antes posible. Más te valdría morirte."
La siguiente vez que Mamiya se vio delante del Maestro hizo algo espectacular: cuando el Maestro le pidió que explicara el sonido del aplauso con una sola mano, él cayó al suelo y se quedó inmóvil, como si hubiera muerto.
El Maestro le dijo: "Muy bien. De modo que te has muerto... Pero ¿qué me dices del sonido del aplauso con una sola mano?"
Abriendo sus ojos, Mamiya respondió: "Hasta ahora me ha sido imposible resolverlo."
Y el Maestro estalló furioso: "¡Insensato! ¡Los muertos no hablan! ¡Fuera de aquí!"
Tal vez no hayas alcanzado la iluminación, pero al menos ¡podrías ser consecuente!
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