Una turista occidental contemplaba, llena de admiración, el collar de una nativa. "¿De qué está hecho?", le preguntó.
"De dientes de caimán, señora", respondió la nativa.
"¡Ah, ya! Supongo que los dientes de caimán tendrán para ustedes el mismo valor que para nosotros tienen las perlas..."
"¡En absoluto! Una ostra puede abrirla cualquiera."
Los que han alcanzado la iluminación comprenden que un diamante no es más que una piedra a la que la mente humana ha dado valor.
Y que los reyes son lo grandes o lo pequeños que tu mente decida que sean.
"De dientes de caimán, señora", respondió la nativa.
"¡Ah, ya! Supongo que los dientes de caimán tendrán para ustedes el mismo valor que para nosotros tienen las perlas..."
"¡En absoluto! Una ostra puede abrirla cualquiera."
Los que han alcanzado la iluminación comprenden que un diamante no es más que una piedra a la que la mente humana ha dado valor.
Y que los reyes son lo grandes o lo pequeños que tu mente decida que sean.
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